El agua es la esencia de la vida. Nuestro cuerpo está formado en un gran porcentaje por este líquido, que es absolutamente indispensable para que nuestro organismo funcione correctamente. La hidratación se hace imprescindible en todo momento, a través del agua o de otros líquidos, pero pocos son tan buenos, eficientes y saludables para quitarnos la sed y ayudarnos a mantenernos sanos y equilibrados. El agua hidrata y ayuda a sacar los desechos del cuerpo, todo aquello que sobra. Y es, de hecho, muy recomendable para beber durante el día, en las comidas, y en cualquier tipo de ocasión, porque al contrario que la cerveza o los refrescos, no cambia el sabor de los alimentos, ni tampoco trae gases, cafeína o azúcar que nos pueda suponer un riesgo para la salud. En definitiva, el agua sí que es un “superalimento”.
En los últimos años, además, se ha puesto muy de moda el beber agua de manantial sin ningún tipo de procesamiento. Es bien sabido que la calidad del agua de este tipo de lugares es mucho mayor porque es más pura, pero cuando la compramos ya embotellada en las tiendas, el líquido ha pasado por una serie de procesos de purificación, para evitar que los gérmenes o bacterias que puedan estar en ella se mantengan ahí. Es un proceso natural que se lleva a cabo con todo tipo de líquidos, de forma normal, para evitar males mayores. Es decir, por muy pura que sea el agua que encuentras en esa botella, todavía ha pasado por un proceso mayor que la que puedes encontrar en el propio manantial de la sierra que has ido a visitar. ¿Es arriesgado tomar esa agua directamente de la fuente natural? En este artículo vamos a explorar un poco más esta opción.